Capítulo I
Esa mañana papá nos hizo sentar en la sala.
Mi hermano Axel, de 14 años acababa de levantarse, tenía los ojos medio cerrados todavía, el cabello castaño claro algo despeinado, aveces pensaba que si él hubiera sido mujer hubiera sido realmente hermosa como lo fué mamá.
Yo más bien había sacado los ojos color verde musgo de papá, el cabello lacio y azabache, aunque afortunadamente había sacado la tez blanca de mamá, sólo en eso me parecía a ella.
- Papá... es sábado- se quejó Axel mirando el reloj naranja de Garfield que colgaba en la pared.
Eran apenas las 7 a.m, despertar a Axel un día sábado a esa hora era como estar ofreciendo tu cabeza para que la cortaran apartándola de tu cuerpo.
- Hoy vendrán- anunció papá.
Yo sabía que esto tarde o temprano tendría que pasar, hacían ya cuatro meses que papá salía con ella, ya era hora de que la conociéramos.
- Si me despertaste sólo para esta estupidez me voy a dormir otra vez- y se le aguó el día a mi querido hermanito.
- ¿La adolescencia?- me preguntó papá.
- No, él nunca dejará que otra mujer reemplace a mamá.
Yo era prácticamente la voz de la razón de la familia, tenía que ocuparme de los caprichos de mi hermano y a la vez enseñar a papá a ser padre y madre al mismo tiempo.
Mi vida era una locura, o al menos eso pensaba pero no tenía ni la menor idea de lo que me esperaba.
Al medio día alguien llamó a la puerta, papá atendió entusiasmado.
Habían llegado, esa mujer junto con sus dos hijos. Ella no medía más de un metro con sesenta y cinco centímetros y no se veía como una mujer de 39 años sino más bien se veía como una de 24 años.
Sus ojos eran color miel, su cabellera rubia y de tez algo bronceada, era delgadísima y tenía una esbelta figura, ¿tendría cirugías? bueno, quizás dos o tres.
- Buenas...- saludó amablemente, Axel la miraba desde lejos como si la quisiera matar con la mirada.
- Tú debes de ser Marilyn- se acercó a mí con una enorme sonrisa dibujada en su rostro- te pareces tanto a tu padre.
- Es un placer conocerla señorita- me habló uno de sus hijos, él me pasaba como tres o cuatro centímetros tenía el cabello castaño y había sacado los ojos de la madre, era tan lindo que me impactó a primera vista- mi nombre es Matt.
Me tomó de la mano y la besó educadamente antes de lanzarme una mirada seductora acompañada con una media sonrisa. Cualquier mujer quedaría rendida a sus pies después de eso, pero yo no, necesitaría más que eso para ganarse mi corazón.
Entonces clavé la mirada en la tercera persona, él era el hermano mayor, era alto, tenía buen físico de los que no eran exagerados, pero este no sólo era lindo, tenía algo que su hermano no tenía pero en ese momento no pude descifrarlo.
Estaba igual de amargado que Axel, al parecer tampoco le gustaba tanto la idea de que su madre tuviera algo con mi padre.
- Buenas tardes- saludó él dirigiéndose a todos y entró a la casa sin mirar a nadie.
Durante el almuerzo nadie dijo palabra alguna, cada uno estaba concentrado en su propio mundo hasta que Alejandra habló.
- Bueno chicos, les tenemos dos hermosas noticias.
Todos centramos nuestra atención en ella.
- En quince días nos casamos- entrelazó su mano con la de mi padre.
- ¿¡Cómo que se van a casar!?- los cuatro reaccionamos de la misma manera.
- ¿Y cuál es la buena noticia?- preguntó entonces Axel refiriéndose a la segunda noticia.
- Viviremos juntos- respondió papá.
- ¡Qué fastidio!- Axel se puso de pie y se dirigió a su cuarto.
- ¡Axel!- le llamó papá pero no dio resultado.
- Yo me encargo de él, permiso- me retiré de la mesa rápidamente.
La puerta de su habitación estaba entreabierta, estaba acomodando su ropa en... ¿una maleta?
- ¿Qué crees que estás haciendo?
- Me voy- respondió cortante y lleno de amargura.
Mi hermano Axel, de 14 años acababa de levantarse, tenía los ojos medio cerrados todavía, el cabello castaño claro algo despeinado, aveces pensaba que si él hubiera sido mujer hubiera sido realmente hermosa como lo fué mamá.
Yo más bien había sacado los ojos color verde musgo de papá, el cabello lacio y azabache, aunque afortunadamente había sacado la tez blanca de mamá, sólo en eso me parecía a ella.
- Papá... es sábado- se quejó Axel mirando el reloj naranja de Garfield que colgaba en la pared.
Eran apenas las 7 a.m, despertar a Axel un día sábado a esa hora era como estar ofreciendo tu cabeza para que la cortaran apartándola de tu cuerpo.
- Hoy vendrán- anunció papá.
Yo sabía que esto tarde o temprano tendría que pasar, hacían ya cuatro meses que papá salía con ella, ya era hora de que la conociéramos.
- Si me despertaste sólo para esta estupidez me voy a dormir otra vez- y se le aguó el día a mi querido hermanito.
- ¿La adolescencia?- me preguntó papá.
- No, él nunca dejará que otra mujer reemplace a mamá.
Yo era prácticamente la voz de la razón de la familia, tenía que ocuparme de los caprichos de mi hermano y a la vez enseñar a papá a ser padre y madre al mismo tiempo.
Mi vida era una locura, o al menos eso pensaba pero no tenía ni la menor idea de lo que me esperaba.
Al medio día alguien llamó a la puerta, papá atendió entusiasmado.
Habían llegado, esa mujer junto con sus dos hijos. Ella no medía más de un metro con sesenta y cinco centímetros y no se veía como una mujer de 39 años sino más bien se veía como una de 24 años.
Sus ojos eran color miel, su cabellera rubia y de tez algo bronceada, era delgadísima y tenía una esbelta figura, ¿tendría cirugías? bueno, quizás dos o tres.
- Buenas...- saludó amablemente, Axel la miraba desde lejos como si la quisiera matar con la mirada.
- Tú debes de ser Marilyn- se acercó a mí con una enorme sonrisa dibujada en su rostro- te pareces tanto a tu padre.
- Es un placer conocerla señorita- me habló uno de sus hijos, él me pasaba como tres o cuatro centímetros tenía el cabello castaño y había sacado los ojos de la madre, era tan lindo que me impactó a primera vista- mi nombre es Matt.
Me tomó de la mano y la besó educadamente antes de lanzarme una mirada seductora acompañada con una media sonrisa. Cualquier mujer quedaría rendida a sus pies después de eso, pero yo no, necesitaría más que eso para ganarse mi corazón.
Entonces clavé la mirada en la tercera persona, él era el hermano mayor, era alto, tenía buen físico de los que no eran exagerados, pero este no sólo era lindo, tenía algo que su hermano no tenía pero en ese momento no pude descifrarlo.
Estaba igual de amargado que Axel, al parecer tampoco le gustaba tanto la idea de que su madre tuviera algo con mi padre.
- Buenas tardes- saludó él dirigiéndose a todos y entró a la casa sin mirar a nadie.
Durante el almuerzo nadie dijo palabra alguna, cada uno estaba concentrado en su propio mundo hasta que Alejandra habló.
- Bueno chicos, les tenemos dos hermosas noticias.
Todos centramos nuestra atención en ella.
- En quince días nos casamos- entrelazó su mano con la de mi padre.
- ¿¡Cómo que se van a casar!?- los cuatro reaccionamos de la misma manera.
- ¿Y cuál es la buena noticia?- preguntó entonces Axel refiriéndose a la segunda noticia.
- Viviremos juntos- respondió papá.
- ¡Qué fastidio!- Axel se puso de pie y se dirigió a su cuarto.
- ¡Axel!- le llamó papá pero no dio resultado.
- Yo me encargo de él, permiso- me retiré de la mesa rápidamente.
La puerta de su habitación estaba entreabierta, estaba acomodando su ropa en... ¿una maleta?
- ¿Qué crees que estás haciendo?
- Me voy- respondió cortante y lleno de amargura.